Recorrer la laguna de Ventanilla, en el estado de Oaxaca, fue como entrar en una escena de película antigua sobre Vietnam: calor húmedo, manglares enredados y ese silencio espeso que parece anunciar algo. Yo apenas intuía qué nos esperaba. A los cocodrilos les daba igual.
Aproveché al máximo el equipo que llevaba conmigo: compacto, confiable y justo lo que necesitaba para ese momento.